El régimen socialista soviético

   
 

Los intentos de difusión y expansión del socialismo

   
 

En el ámbito exterior, particularmente entre 1917 y1919, los bolcheviques contaron con la difusión espontánea del movimiento revolucionario en Europa, lo que es coincidente con su deseo de extender sus ideas más allá de las fronteras de Rusia; no obstante, sus deseos se verán frustrados inicialmente por las acciones represivas emprendidas contra el movimiento espartaquista en Alemania, la derrota de los comunistas en Finlandia, el fracaso de una revolución socialista en Hungría, la represión de las huelgas en Francia en Inglaterra y en Italia, dejando claro que la revolución socialista no se produciría por sí sola como ellos preveían. Por esa razón, emprendieron la tarea de organizar y orientar los movimientos revolucionarios mediante la fundación de la Tercera Internacional comunista, o Komintern, en marzo de 1919, en Moscú.

 
 

Barricadas espartaquistas en Berlín. 1919. Alemania fue uno de los países que más pronto y con mayor intensidad experimentó la influencia de la revolución rusa. Con una clase trabajadora numerosa y consciente, un partido socialista muy fuerte, y con varios líderes de gran prestigio, los dirigentes de la Tercera Internacional pronto opinaron que era un fruto maduro para la revolución. Tomado de: http://www.coiim.es

 

 
 

Cartel alemán de la época con la leyenda: "Los que hacen huelga llevan a la tumba a sus hijos”. Estos carteles fueron colocados por aquellos grupos que estaban en contra de las huelgas y los movimientos sociales de tendencia socialista. Tomado de: http://www.coiim.es/web/enlaces/ Historia%20Industria_CD%20Original/rev_rusa.htm

 

 

Por otra parte, la Internacional impuso mecanismos rigurosos para la integración de los partidos políticos al exigir que sus afiliados se comprometieran a aceptar sus disposiciones, a excluir de sus filas a los reformistas, a rechazar cualquier nexo con la burguesía, a crear organizaciones clandestinas  paralelas a las oficialmente establecidas, a divulgar propaganda revolucionaria en el ejército y en las colonias, a infiltrarse en los sindicatos y a adoptar el centralismo democrático, demandas que propiciarían el rompimiento con dicha asociación, exclusiones, cambios en la dirección de los partidos  y, por supuesto, pocos avances en cuanto a la intención de propagar la revolución socialista.

   
 

Como sea, el socialismo en el periodo de entreguerras se presentó ante el mundo exterior como un modelo opuesto radicalmente a la democracia liberal y logró aglutinar a quienes se oponían a la sociedad burguesa: revolucionarios, intelectuales surrealistas, soldados que habían luchado en las trincheras, anarquistas de todas las tendencias, pero sobre todo, personas afectadas social y económicamente por la guerra a la que veían como resultado de la existencia del capitalismo. Esto se acentuó en la resistencia contra los fascismos, convirtiendo a los partidos comunistas en la fuerza más importante de la izquierda en países como Francia e Italia al concluir la Segunda guerra mundial, aun cuando la Internacional había sido disuelta por Stalin desde 1943, como prueba de buena voluntad hacia el bloque de los aliados.

   
 
           
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