El régimen socialista soviético

   
 

La desintegración de la URSS y el fin de las democracias populares

   
 

La reforma económica pretendida por Gorvachov no produjo los resultados esperados, mientras los indicadores macroeconómicos seguían en descenso se dispusieron medidas destinadas a acelerar una transición más o menos rápida hacia la economía de mercado, pero la economía seguía hundiéndose y la planificación central había dejado de funcionar.

   
 

Junto a la quiebra económica, se gestaron movimientos separatistas  y revueltas nacionalistas que condujeron a la desintegración de la URSS; el carácter plurinacional y federal de la Unión había sido negado por el poder centralista del Partido Comunista, las nuevas circunstancias creadas por las reformas de Gorvachov permitieron aflorar conflictos y tensiones reprimidas por décadas y los esfuerzos del gobierno soviético por detener el curso de los hechos  no fueron suficientes y se aplicaron demasiado tarde. Las repúblicas bálticas de Estonia, Lituania y Letonia se separaron entre marzo y mayo de 1990; las repúblicas del Cáucaso –Armenia, Georgia y Azerbaiyán lo intentaron y fueron reprimidas por el ejército soviético en tanto que las repúblicas con mayor predominio le exigieron a Gorvachov  negociar un nuevo marco estatal que tendría que concretarse en el año de 1991.

   
 

Antes de que se aprobara el tratado correspondiente, el sector conservador –que se oponía a la disolución de la URSS-, decidió llevar a cabo un golpe de Estado que pudo detenerse inmediatamente con la intervención del presidente de la República Rusa, Boris Yeltsin, quien se encargaría ahora de encabezar la desaparición de las últimas instituciones en que se asentaba la política de la Unión Soviética: Gorvachov renunció al cargo de Secretario General del  Partido Comunista en agosto de 1991 y a su cargo de presidente de la URSS en diciembre del mismo año; el Soviet Supremo suspendió las actividades de dicho partido y un poco después, en septiembre de 1991, fueron disueltos el Congreso de Diputados Populares, el Soviet Supremo y el gobierno de la URSS.

   
 

A la caída de régimen soviético, muchos de sus símbolos fueron desmantelados; es el caso de las estatuas de Lenin y Stalin. Fuente:http://cidc.library.cornell.edu/dof/sovunion/captioned/lenin.htm

   
 

Las repúblicas bálticas consiguieron su independencia en tanto que Rusia, Bielorrusia y Ucrania crearon la Confederación de Estados Independientes (CEI) a la que más tarde se sumarían las repúblicas del Cáucaso y de Asia central, con excepción de Georgia que se reincorporaría hasta 1993. Era el fin de la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas. Para ese entonces los regímenes de Europa del Este también se habían derrumbado. Sumidos en su crisis económica y política interna, y carentes ya del soporte  coercitivo de la antigua Unión Soviética, desde el momento mismo de aplicación de la perestroika y la glasnost, las llamadas democracias populares se fueron derrumbando uno tras otro con relativa rapidez y facilidad.

   
 

Primero fue Polonia con el movimiento encabezado por Lech Walessa que, pese a las represiones de que fue objeto y en el contexto de la perestroika, logró al fin desplazar al régimen socialista establecido.

En Hungría, el cambio correspondió al propio Partido Comunista que cedió a los grupos opositores  para dar cauce al pluralismo político. 

En la República Democrática Alemana, el gobierno se vio desbordado por los acontecimientos y la presión popular que acabó por romper el muro de Berlín.

   
 

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La disgregación de la Unión Soviética:
Las repúblicas europeas.

 

En Checoslovaquia, la revolución de terciopelo –como se calificó al cambio por su carácter pacífico- fue impulsada por el Foro Cívico que logró acordar con el gobierno la transición a un nuevo régimen; las divergencias económicas entre checos y eslovacos condujo a que en 1992 se decidiera la creación de dos repúblicas independientes: la república Checa y Eslovaquia.

En Bulgaria y Albania, las transformaciones también se dieron de manera pacífica, los mismos regímenes establecidos organizaron las primeras elecciones libres -en 1990 y 1991, respectivamente- reconociendo a la vez el pluralismo político que favoreció que en las siguientes convocatorias electorales el triunfo fuera a favor de las corrientes democráticas. 

 
 

El inicio y el fin de un muro. La construcción del muro de Berlín, comenzó el 13 de agosto de 1961 convirtiéndose en el símbolo más evidente de la Guerra Fría.  En la foto se observa cómo los constructores del muro son vigilados por el ejército. Fuente: http://www.dw-world.de/popups/popup_imagegalleryimage/

 
 

La caída del muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989 simbolizó, a los ojos del mundo, el derrumbe del llamado socialismo real. Caído el régimen establecido la República Democrática Alemana fue absorbida por la República Federal Alemana.

 

En Rumania, el proceso fue diferente, el líder del Partido Comunista,  Nicolás Ceaucescu, trató de hacer frente a las manifestaciones masivas que tuvieron lugar a mediados de 1989, tras algunos enfrentamientos violentos, las tropas le abandonaron y fue detenido y ejecutado en el mismo año, si bien el poder quedó en manos de un sector comunista.

   
 

Nicolae Ceausescu.   Líder del Partido Comunista rumano desde 1965, dirigió su país desde 1967 hasta que perdió el apoyo de los militares en 1989. Se negó a seguir la corriente democrática que se extendía en la Europa comunista. Él y su esposa fueron acusados y juzgados de asesinato y malversación de fondos; finalmente, fueron ejecutados.

 

En Yugoslavia, el proceso fue aún más violento. La crisis del sistema de poder establecido y de su economía había comenzado desde los años ochenta, a la muerte de Tito; el hecho se conjugó con el conflicto entre las nacionalidades que constituían al país y sus diferentes niveles económicos y diferencias culturales, étnicas y religiosas. Los intentos de articular una nueva fórmula de carácter federal fracasaron y la República  se fue desintegrando en un proceso caracterizado por las sucesivas guerras que han asolado a la región.

   
 

Al desaparecer el bloque socialista,  desaparecieron también la Guerra Fría, el Pacto de Varsovia, el COMECON, el monopolio político que los partidos comunistas ejercieron en una u otra nación, la economía planificada por el Estado, en fin. Sólo quedan los regímenes de  China, Cuba, Corea del Norte y Vietnam cuya trayectoria compleja y diversa requiere de un estudio más detenido, al igual que la que han seguido las antiguas democracias populares y las ex repúblicas soviéticas.

   
 

Lo cierto es que los acontecimientos de 1989-1991, que acabaron con el poder comunista en los países ya mencionados, han tenido que seguir una difícil etapa de transiciones en todos los órdenes; políticamente han tenido que ocuparse de la instauración de regímenes democráticos en lugar de los regímenes de partido único; en lo económico, había que pasar de una economía planificada por el Estado a una economía de mercado, basada en la propiedad privada y la libertad económica; en el ámbito ideológico y cultural se ha tratado de abandonar las concepciones oficiales anteriores y dar lugar al pluralismo ideológico y las tradiciones nacionales, con todo y la influencia de Occidente.  No obstante, en el orden social, la evolución ha sido muy lenta, persisten los problemas de las minorías étnicas, la pérdida del nivel de vida  de amplias capas de la población, el rezago económico y las disputas políticas entre grupos diversos.

   
 
           
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